Viajes, historias y muerte
Cuentan que en las noches sin luna, vivió una niña de nombre Airin, ella vagaba por las calles de una ciudad en ruinas, ella lloraba en silencio, debajo de las estructuras destruidas por la brisa de la costa, un negro gato era su fiel consejero, su amante eterno, “Hollín” se llamaba el viejo gato que viajaba con ella y custodiaba sus sueños, como un titán indestructible, incansable vigilante negro como el lamento de la niña, lamentable era su condición, abandonada desde muy joven por una madre incauta, cruel y desorientada, la niña creció comiendo del cielo, las pocas estrellas que iluminaban sus noches, nadie nunca la logro ver, en los días ni un rastro dejaba a el resto de las personas que Vivian en aquella ciudad, pero en las noches contaba la gente, que se podía escuchar su llanto entre los matorrales, la gente partió, el pueblo no fue prospero y quedo abandonado para siempre, a acepción de Airin y Hollín nadie habitaba aquel tétrico lugar desolado…
Una tarde de lluvia, en uno de mis tantos viajes por este mundo inexplorado, buscando un lugar donde encallar, llegue a las costas de este pueblo en ruinas, baje de mi pequeño bote y observando aquel lugar inundado en su miseria, arme mi tienda para pasar la noche en la playa. Cansado de clavar madera me senté a un lado de la lona blanca de la tienda, y aquel ruido se interponía en mi calma, ese rechinar de la vieja puerta que causaba el viento marino, iba y venia en mi mente, volví la mirada hacia la puerta, una pequeña casa sin techo, con pocas paredes en pie, salvo las principales de donde la puerta se sostenía, me tentaba a mirar a ver, a acercarme, lleno de intriga aguarde en silencio, y escuche su llanto como si proviniese del pueblo entero, como si fuese parte de aquel viento desgastado, y entonces preocupado me acerque a observar ignorante de lo que mis ojos verían.
En uno de los rincones de la casa en ruinas, una silueta se arropaba con la sombra, una niña sollozaba y se abrazaba a si misma, trate de acercarme, pero unos brillantes ojos salieron a mi encuentro en la oscuridad.
¡Súbito! Un enorme gato negro salto de los muros y se interpuso entre la niña y yo,
Enormes ojos brillantes como dos soles congelaron mi alma, el terror abrazo mi corazón y detuvo su palpitar, aquellos ojos, enormes e inertes me contemplaban en la oscuridad de los cimientos de aquella casa, negro como la noche y su mirada era casi tan fría como esta.
Temeroso retrocedí, despacio, cuidándome de cualquier movimiento que aquel animal realizara, luego mire a una esquina, la niña aun lloraba sin mirar a ningún lado, sin darme la cara, de pronto los grandes ojos se apagaron, todo quedo en silencio, solo se podía escuchar el llanto de la niña y las olas, la criatura dio media vuelta y me abrió paso hacia la niña,
Nervioso entre las sombras me acerque y trate de calmarla poniendo mi mano sobre su hombro, poco a poco su llanto se fue calmando…
Quien eres pequeña?.... ¿Por qué estas aquí tan sola, donde estan tus padres?
¿estas bien?
Y aquella niña en silencio continuaba, y girando lentamente su cabeza me mostró su rostro.
¡Era una anciana!!...
Mi nombre es Airin, del polvo soy y de arena mi cuerpo es, maldita estoy, por siempre una niña veras, aunque mi rostro de anciana es. Airin por siempre, entre las olas viajo aunque este pueblo es mi eterno castigo, no hay descanso para un alma maldita, Hollín es mi guardián, este su pueblo es y llorare hasta que alguien venga a liberarme, hija de nadie soy, no hubo amor para nosotros dos, nunca, desde muy niños dejados en la arena y alimentada del rencor le di mi alma a Hollín, suya soy y a el le debo mi perdición…
Volvió la niña a su llanto y la criatura entre mi camino se interpuso de nuevo…
¡Niña, aguarda, volveré por ayuda, te liberare de tu eterno tormento! – Le gritaba mientras huía de aquel lugar desolado en las costas del olvido..
No tenia intención alguna de volver, corrí lo mas rápido posible hacia la playa, donde mi tienda todavía en pie se balanceaba con la brisa del mar, desmonte apresuradamente y sin mirar atrás, con temor de volver a ver aquellos ojos que de mi mente no se apartaban, y corriendo subí mis cosas al bote, pero un sonido detuvo mi camino, congelo mis piernas, el animal bufaba detrás en las ruinas, el tiempo había detenido su carrera.
Una ola mojo mis pies, y solo eso basto para darme cuenta de la marea había arrastrado mi barco mas allá de mi alcancé, estaba atrapado en la isla, el pánico era mi peor enemigo, el y la criatura…
Pero una tela blanca en la resaca se movía, una silueta daba vueltas con la llegada de las olas que rompían en la playa, hice un ultimo intento para despertar de mi trance y me acerque hacia aquella cosa que mi incitaba a mirar, era un cuerpo cubierto de algas, una pequeña niña vestida de blanco, con la mirada de la anciana que en el pueblo lloraba, pero esta era mas hermosa, mas dulce, mas joven y aun sabiendo que estaba muerta, radiaba su esplendor por todas las partes de su pequeño y pálido cuerpo…
Así, con el cuerpo de la niña entre mis brazos camine hacia el mar, adentrándome hasta donde el agua me llegara al pecho, y besando a la niña en la frente la entregue a los mares eternos, espejos del cielo, esa noche el pueblo dejo de existir, las ruinas viajaron hechas polvo y solo quedo el recuerdo en mi cabeza, la única testigo fue la luna, y al volver a la playa, mi bote regreso, y el gato negro caminaba sobre los rompeolas, ocultándose de mi…
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