Ninja Animation

lunes, septiembre 04, 2006

De regreso a ustedes



Pediré una disculpa personal a mis lectores por mi ausencia, pero tuve que realizar un viaje, un corto viaje de unos pocos días a los valles Trujillanos.
En busca de una musa celestial, esa que solo puede encontrarse entre las nubes, entre la cima del mundo y las flores de invierno, que incluso en estos terribles días de verano florecen.

Entre neblinas encontré el significado a esa común frase “Retiro espiritual”
Lejos de la tumultuosa ciudad que nos deprime, y que decidí renunciar por un instante y partí de ella buscando entre caminos un nuevo trono espiritual en las montañas, aunque uno a veces es un huésped de costumbre.

Y entre estas pálidas hojas, vistas desde un barranco implacable, donde el sol no es mas que una fogata universal que desmejora en silencio, les saludo con el afecto fraternal de siempre.

A esos viejos amigos y a esa novia inolvidable de la adolescencia…

Memoria ausente

Nunca pude aprender a escribir una sola frase de amor.
Jamás supe entretenerme entre juegos de azar. Ni una sola vez entreví, para mi satisfacción, la diestra manipulación de un manojo provocativo de cartas de póker.
Por la misma razón, el ajedrez me resultó indiferente y otro tanto me ocurrió con el nudo de la corbata que nunca pude hacer.
Tarde aprendí a anudarme los zapatos, a descifrar las horas del reloj, a memorizar los nombres de las calles y las tablas de restar y de multiplicar.
Odié toda mi vida el colegio, las mañanas grises cuando había que levantarse para ir a él. Los libros de infancia siempre fueron pocos, por no decir ninguno.
No tengo héroes de aquella fresca memoria de los parques y las plazas sucias donde solía andar a cualquier hora del día. Me gustaba comprar el pan y quedarme solo mañanas enteras, mientras mi profesora borraba mi oscuro nombre de una lista de náufragos voluntarios de la deserción escolar.
En algún lejano callejón perdí uno de mis cuadernos junto a mi castidad, cuando un leve beso vino cierta vez a estremecer mis piernas. Así pasaron los años y los rostros.
Aún deseo volver a repetir aquellos gestos iniciales.

Todavía finjo querer regresar a la casa todas las noches. A veces busco, no se dónde, un cuaderno perdido, un beso extraviado en la memoria.